Compartimos la reflexión de Juan Pablo Casiello, secretario gremial de Amsafe Rosario

SOBRE EL DEBATE DE LA VUELTA A LA PRESENCIALIDAD

En estos días, en términos confusos y con dudosa seriedad se ha instalado en el país un fuerte debate sobre la vuelta a la presencialidad en las escuelas.

Voy a compartir unas reflexiones para intentar comprender la campaña contra la figura docente y los gremios en los medios de comunicación, que los gobiernos instalaron y promueven para no hacerse cargo del peso de las decisiones a tomar en un año electoral.

Sin duda el tema es de primer orden e interesada a todos y todas. Con la masividad alcanzada por el sistema educativo que cuenta con casi 1.5 millones de trabajadorxs y más de 12 millones de estudiantes, prácticamente no hay familia que no tenga contacto directo con las escuelas.

No estamos hablando de los clubes, los teatros, las piletas o los casinos.

Para que se dimensione: la vuelta a las escuelas significaría que los pasajeros del transporte público se duplicaran: es así, las escuelas suman tantos pasajeros como todas las otras actividades juntas.

Como en cualquier debate todo el mundo puede tener su opinión y hacerla saber. El problema aparece cuando, frente a un tema tan delicado donde se cruzan dos cuestiones centrales como la educación y la salud, algunos medios masivos crean opinión amplificando declaraciones que no hacen más que agregar confusión.

Tampoco ayudan los debates que parecen dar inicio a la disputa electoral en donde el conjunto de la clase política, gobierno y oposición, piensa centralmente en clave de ganar votos. Así, hacen declaraciones y toman definiciones no en función de las necesidades reales de las mayorías sino analizando las encuestas de opinión y el “humor social”.

Otra vez tomó la delantera la derecha. Larreta, Macri, Acuña y Bullrich se presentan en representación de millones de familias argentinas preocupadas por la educación y cuyo principal anhelo es que vuelvan las clases presenciales. Desde CABA Larreta y Acuña han sido claros: las clases presenciales se retoman en febrero y la definición del gobierno es que lxs niñxs asistirán todos los días toda la jornada. Cuesta creer tanta pasión por la escuela pública de quienes todo el tiempo atacan a la docencia y cada año en que votan el presupuesto resuelven bajar el porcentaje de los fondos destinados a la educación.

El gobernante Frente de Todos resolvió subirse al mismo barco. El presidente Fernández fue claro en su definición en ese sentido y así viene operando su ministro Trotta en acuerdo con los gobernadores y con todas las empresas y ong de la educación privada. Trotta pasó de la prohibición completa de las clases presenciales, al “semáforo” que permitía evaluar con cierto rigor cada situación particular para terminar proponiendo la vuelta a la presencialidad a cómo sea.

Perotti y Cantero se alinearon con esta definición. Más aún, la Ministra repite que vale el antecedente de la vuelta en las escuelas de las pequeñas poblaciones del centro norte santafesino de fines del año pasado. Lo que no dice es que esa vuelta tan acotada, más para la foto que para otra cosa. Fue posible porque no había circulación comunitaria del virus en esos lugares, pero lamentablemente hoy esta circulación es una realidad en todo el territorio provincial.

En este tema entonces parece que también hay una “grieta”, pero diferente; de un lado los gobierno y cierto periodismo y del otro lado estaríamos lxs docentes y, peor aún, lxs que tenemos responsabilidades sindicales. Más allá de estos dos escalones, toda la docencia sería como un conjunto de gente privilegiada que no quiere trabajar. Patricia Bullrich ya mandó a pedir reemplazantes para estos miles de vagos y vagas y en Santa Fe la ministra Cantero salió a denunciar la mezquindad de Amsafe Rosario.

Voy a partir de despejar tres malentendidos:

Frente al pedido “Abran las escuelas” decimos que las escuelas estuvieron abiertas todo el año. De ello se encargaron directivos, asistentes escolares y docentes. Estuvieron abiertas para ayudar a la alimentación de lxs niñxs, para entregar material didáctico, para recibir trabajos de lxs alumnxs, para atender las dudas e inquietudes de la comunidad.

Frente al reclamo: “que vuelvan las clases” decimos que las clases nunca se fueron. Que docentes, niños, jóvenes y familias hicimos un inmenso esfuerzo para que, sin el necesario auxilio del Estado, sin formación específica, sin orientaciones claras y hasta sin los mínimos recursos pudiéramos sostener el vínculo pedagógico y los aprendizajes que se pudieran dar en la emergencia.

Frente a la acusación “los docentes no quieren trabajar” reafirmamos que nunca dejamos de hacerlo y que lo que más queremos es volver a la normalidad: a la educación en las escuelas y no invadiendo nuestra vida familiar, a la jornada de trabajo establecida y no a la que se acaba cuando nos dormimos, a las formas de enseñanza para la cual nos preparamos y no a estos métodos a distancia que hacen todo tan difícil y tan desigual. Estamos cansados de esta virtualidad; queremos volver a las clases presenciales; queremos encontrarnos con nuestros alumnos y con nuestros pares; volver a la pasión de las aulas y a la alegría de los patios.

De lo que se trata entonces, para ir al centro del debate, es de pensar las condiciones para la vuelta a la presencialidad.

La segunda ola en el hemisferio norte con su dura lista de fallecidos y el nuevo pico que llegó en el sur durante el verano (cuando se pronosticaba un claro descenso) no hacen más que encender señales de alerta.

Soy de los que confían en que la vacuna traiga una solución, pero está claro que la vacunación viene lenta y aún faltan más certezas sobre su completa efectividad.

En cualquier caso lo que la pandemia viene mostrando es que nadie puede anticipar su desarrollo y que todo se puede complicar en forma imprevista.

Lo mejor sería que los gobiernos en lugar de enfrentar a la docencia se pusieran a trabajar para crear las condiciones para la mejor vuelta posible. Para ello hace falta un mayor presupuesto para educación y definiciones políticas adecuadas.

Enumero algunos puntos fundamentales:

– Las condiciones de los edificios escolares.

En Rosario según el Fae cerca del 25% de las escuelas carecían a fin del año pasado de servicios básicos fundamentales como agua y electricidad. Urgen inversiones para que en marzo todos estén en condiciones.

Pero además, en el buena parte del otro 75% hay que mejorar aspectos centrales como las condiciones de los baños o la de ventilación de las aulas.

Y también faltan aulas. Aunque ya eran insuficientes en muchos casos, en todo el 2020 no se construyeron y además se retiraron las aulas móviles que había en decenas de escuelas. El mínimo distanciamiento reclama más aulas y lo que tenemos es una menor cantidad.

Como en todos los temas el ministerio llega tarde el mal; causa enojo realmente escuchar a Cantero anunciar, ahora, a fines de enero, que se van a invertir 300 millones de pesos en poner en condiciones las escuelas

– Por otra parte, todo lo vinculado con la sanitización no es aún un problema resuelto. En muchos casos los directivos no tienen fondos adecuados para garantizar el alcohol, la lavandina, las mamparas de separación, los termómetros, etc., etc.

– Urge la designación del personal necesario. Especialmente de asistentes escolares indispensables para garantizar la higiene permanente de los espacios. Pero también la  de docentes reemplazantes que ayuden a garantizar la mejor cobertura educativa ante las dificultades de la nueva realidad.

– La inevitable continuidad de la pandemia nos impone, en el mejor de los casos, la necesidad de una educación bimodal: presencial y a distancia. Sin demora deben garantizarse la conectividad y los soportes tecnológicos para todxs los alumnxs y docentes. Hasta el mismo Perotti dio datos crudos cuando afirmó que: “el 72% de nuestras escuelas no tienen conectividad para fines pedagógicos y tenemos 334 mil hogares sin conexión. La mitad de los alumnos están sin conectividad y solo el 18% de los hogares cuenta con buen acceso a internet”. Con estas palabras hace ya tres meses lanzó el proyecto “Santa Fe + Conectada” pero aún no fue tratado en la legislatura Este ejemplo, puede ser un buen ejercicio didáctico para deconstruir el discurso tergiversador del gobierno y comprender, que ejercer una función pública no implica realizar el anuncio, sino construir las condiciones de posibilidad para que eso que comunican, se lleve a cabo en tiempo y forma. De lo contrario, solo nos quedamos con las buenas intenciones y la sociedad necesita hechos concretos, no palabras.

Pero además es urgente la entrega de millones de computadores para cada miembro de la comunidad educativa. Trotta hablo de la provisión de 500 mil computadoras. El número impacta pero no llega a cubrir ni el 5% de la comunidad. Hacen falta unos 13 millones más de equipos. El gobierno podría dejar de echarle la culpa al macrismo y retomar la entrega masiva de computadoras que impulsó hace  más de una década.

– También es indispensable acordar un protocolo claro y seguro para todxs. Todos hablan de las burbujas pero nadie define con claridad cómo sería el protocolo. Entrada, salida, recreos, uso de baños y de otros espacios compartidos. ¿Cómo proceder con un caso sospechoso dentro o fuera de la escuela; qué hacer frente a un caso confirmado; como se piensan las burbujas cuando -por ejemplo en el nivel secundario- lxs docents trabajan en varias escuelas con varios cursos en cada una? ¿Cómo hace un alumnx de este nivel para transitar por las distintas asignaturas?

– Finalmente es necesario pensar algún dispositivo especial para el transporte. La vuelta a la presencialidad puede impactar fuertemente y mal en el transporte público.

Si ordenamos y le damos seriedad al debate tenemos mejores condiciones para avanzar.

Decir que las escuelas tienen que volver porque volvieron hasta los casinos que no tienen ventilación es una tontería que no ayuda.

También se usó el argumento del turismo y que se están haciendo hasta viajes de estudios; el contagio de 53 estudiantes de Bahía Blanca en su viaje de egresados a Bariloche es una señal clara de lo que no hay que hacer.

Repito, lxs docentes queremos volver a la presencialidad, pero todxs sabemos que por ahora la pandemia no da tregua y la circulación comunitaria es una realidad en nuestro país y en casi todo el mundo.

Necesitamos un fuerte aumento de la inversión educativa y una discusión seria entre las autoridades, los sindicatos y los especialistas de la salud para que cualquier vuelta a la presencialidad se haga en las condiciones adecuadas.

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