Historia

Notas sobre nuestra Historia.

Forjarse en la lucha.

Quienes rastreen en las bases documentales que ayudan a construir la historia de la educación en nuestro medio regional, conocerán de las penurias y dificultades que debieron sobrellevar aquellos primeros educacionistas que arribaron a Casilda y los pueblos de su zona de adyacencia en los últimos años del siglo XIX y comienzos del XX. Locales escolares que apenas si lo parecían, sueldos que nunca llegaban, escasa consideración por parte de muchas familias y autoridades, pobreza de materiales y pobreza en los hogares desde los que acudían a duras penas los niños y niñas en edad escolar, en un medio en el que el analfabetismo hacía estragos.

El inicio del nuevo siglo comenzó a transformar el panorama. Al incremento de la oferta educativa impulsada por el gobierno provincial, con la creación de nuevos establecimientos, se sumó la instalación de las escuelas nacionales patrocinadas por la Ley Láinez y, desde 1915, la Escuela Normal que posibilitó la formación de un destacado núcleo de maestros y maestras, oriundos de Casilda y provenientes de localidades cercanas.

Más allá del crecimiento de la presencia educativa formal y de la cantidad de maestros, no es posible hallar hasta el momento el desarrollo de experiencias organizativas del sector en nuestra ciudad, tal como ocurría en Santa Fe, Rosario o en localidades como Esperanza y Coronda que ya contaban con experiencias de carácter sindical desde hacía varios lustros. No obstante, a finales de la década de 1910 y comienzos de la siguiente se evidencia la influencia de la Federación Provincial de Maestros formada en 1918 y de la Unión del Magisterio de Rosario, en contacto con los maestros casildenses y de activa intervención en el movimiento de luchas de principios de los años veinte.

La huelga iniciada en mayo de 1921 galvanizó las fuerzas de los trabajadores de la educación de la provincia y de la ciudad. El apóstol laico se convirtió en un asalariado que exigía el respeto de sus derechos sin que ello signifique un desmedro en el cumplimiento de su rol como educador. No era fácil imponer esta idea frente a los prejuicios y los lugares comunes. La idea de que “la maestra no hace paro” inundaba los discursos y las opiniones, provenientes de los sectores más diversos de la dirigencia, la prensa y la ciudadanía.

Los sueldos atrasados, la existencia de un sistema de préstamos que actuaba como círculo vicioso, la amenaza sobre la estabilidad laboral para quienes participaran en la lucha, tornaron imprescindible la acción de paro. Pronto los maestros y maestras entendieron la amplitud de lo que pedían, que iba mucho más allá que el reclamo salarial: establecimientos en condiciones, reconocimiento del trabajo profesional, acompañamiento a las escuelas en su necesaria intervención sobre los problemas sociales y económicos del medio en el que actuaban.

A pesar del resultado de aquella lucha, esta nueva conciencia del educador salió fortalecida. La década de 1920 encontrará a los docentes de la región ocupando nuevos espacios, cumpliendo nuevas tareas e impulsando las labores de siempre desde otras ópticas. Directivos y docentes empujaron para que nazcan en cada institución sociedades cooperadoras o de amigos de la infancia, asociaciones de padres y madres, centros de ex alumnos. Surgieron las propuestas de copa de leche, roperos comunitarios, bibliotecas escolares y populares, museos escolares, que inundaron con su torrente las escuelas y las transformaron en valles fértiles de ideas y de posibilidades. La escuela de barrio, de suburbio, de campo o de paraje, se llena de pueblo. Va hacia la comunidad en la que se inserta. Predica que no solamente se educa en el aula y que no solo se enseña y se aprende con libros.

La actividad gremial aún era intermitente, cuando no inexistente, pero la huelga de 1921 había dejado una pequeña huella que se dirigía hacia muchos de los establecimientos educativos de la zona. Esta década formativa fue sembrando y sobre el final de aquellos años comenzará una fructífera cosecha.

¡Arriba los corazones!

1928 es el año clave. Uno de los puntales de la formación de la Asociación como una entidad de carácter estable, con permanencia hasta nuestros días, fue sin dudas la participación de docentes de la región en la Primera Convención Internacional de Maestros llevada a cabo en Buenos Aires en el mes de enero, por iniciativa de la Asociación de Profesores de Chile. La Asociación “Renovación” de maestros nacionales de Santa Fe designó como delegados a Oscar del Rosario Álvarez de la Escuela Nacional Nº 181 de Colonia Candelaria, en el distrito Casilda; a Victorio Sonzogni, de la Escuela Nacional Nº 4 de Los Molinos y al docente de la Escuela Nacional Nº 3 de Colonia “Los Prados”, en la jurisdicción de Chabás, que la mutilación del artículo periodístico que cubre la noticia no nos deja conocer. Entre los mandatos que elevaron a dicho Congreso figuraron la conformación de una gran Confederación de Maestros, el establecimiento de un escalafón profesional y la ley sobre libertad política y gremial del Magisterio. Luchando contra el carácter misional de la labor docente que paralizaba el accionar transformador de escuelas y maestros y forjando un ideal americanista de la tarea emprendida y proyectada, surgieron las primeras líneas rectoras del gremialismo regional.

Poco tiempo después se gestó en la capital provincial, el 24 de junio, la Asociación del Magisterio de Santa Fe, con el expreso mandato de constituir en el breve plazo una Federación Provincial, que finalmente se consolidó en noviembre de ese año. En consonancia con los trabajos organizativos de Santa Fe, nació la iniciativa en Casilda, núcleo importante de concentración de docentes en el sur provincial.

Cabe destacar el amplio apoyo brindado por la prensa local, especialmente “La Voz del Pueblo”, que insertaba escritos de los docentes y alentaba los proyectos de unión del magisterio y de discusión de los temas fundamentales de la tarea docente. El Congreso Internacional citado líneas más arriba fue monitoreado por el periodista Andrés Zapata Jiménez, que firmó crónicas bajo las iniciales A.Z.J. o A. de X. Ponderaba la búsqueda del mejoramiento social a través del camino de la reforma que patrocinaban las discusiones allí vertidas, dando un lugar central al maestro en dicho proceso. Por su parte, manifestaba el clima de discusiones periodísticas y reacción que las ideas de educación nueva y enseñanza libre de dogmas generaba aún en muchos sectores. Mencionaba las dificultades presentes en las sesiones, los enconos y las posiciones conservadoras. Indicaba que, aunque el encuentro había finalizado en escándalo, quedaban en pie los ideales de liberación, los nuevos conceptos, el intento de eliminar prejuicios. 

Con el comienzo del ciclo lectivo de 1928, se insertan en la prensa notas de Camila Garino y Oscar del Rosario Álvarez, docentes de la Escuela Nacional Nº 181 “Chubut”, valorando los principios de la nueva escuela y ofreciendo siempre una visión crítica de la labor docente, pensando en el mejoramiento y en la superación de prácticas anquilosadas. Luchaban desde la tribuna periodística contra la falta de solidaridad y de conciencia gremial y resaltaban el claro objetivo de ilustrar al pueblo, que concebían como tarea ineludible de la docencia.

Mientras se publicitaba que la Primera Comisión Internacional de Maestros Sección Argentina organizaría un Congreso Nacional del Magisterio en julio en Córdoba, cuyo tema central sería la organización nacional del magisterio, comenzó la prédica de Pedro Martí (1880-1961), docente de la Escuela Fiscal Nº 201 de Campo Marcuzzi, en el Distrito Pujato, desde las páginas del periódico aludido. Este docente español, de trayectoria anterior en las pequeñas poblaciones de Morante y Oliveros, activará desde su pluma y como nadie el proceso de agremiación en Casilda.

“A los maestros de Casilda” aparece en la edición del 4 de ese mes de julio. Reconoce allí que no siempre prima la cordialidad, tolerancia y colaboración desinteresada en el magisterio, aunque la mayoría de los integrantes del gremio era solidaria. Habla de dejar atrás las desinteligencias y animosidades, de elevar una voz de concordia e invocar el fermento altruista. Habla de la Importancia de la unidad como fundamento de beneficios concretos para la niñez, la sociedad y el mejoramiento moral, intelectual y económico del maestro. Reitera su preocupación por la escasa conciencia gremial reinante: “¿Son capaces los maestros de mantenerse en una estricta observancia de la más recta y justa ética profesional que haga innecesaria la asociación gremial para regular sus mutuas relaciones? Y frente al medio social ¿serán los maestros entes pasivos confiados ciegamente en que se hará siempre justicia?”. Martí aún nos interpela desde el fondo de las páginas del amarillento periódico de más de noventa años: hay justicia si se es capaz de exigir. Y nos dice aún más: unidad no significa la imposición de la voz monocorde, sino la belleza de la multiplicidad.

“La unificación del magisterio” ve la luz en la edición del 18 de julio. Martí le habla allí a los indecisos. Palpita en la nota su profundo optimismo, que lo lleva a plantear la urgente necesidad de dejar atrás la apatía, el escepticismo y la desunión. Su mensaje es claro: no deben detener a los maestros ni los autoritarismos ni la hostilidad del medio. Allí está el infaltable Pizzurno alentando desde el Boletín de Educación; allí también están algunas autoridades educativas incentivando la conformación de la unidad sindical. Se muestran contundentes los ideales: educación integral, mejoramiento didáctico, “buenas escuelas y mejor material”, normas de equidad y justicia, dignificación y bienestar del maestro. Increíble pensar la vigencia de los fundamentos de las luchas actuales en páginas casi centenarias. Cierra con mayor fuerza aún: “Los maestros tienen la palabra”. Como si aún nos lo siguiera diciendo.  

10 días más tarde se publica “Las asociaciones de maestros”. Martí apura su pluma, como si trazara de su puño y letra los contornos de la nueva agrupación que tanto anhela y promociona. La experiencia del gremio en Rosario le resulta fundamental como fuente nutricia. A su vez, la novel asociación nacida en la capital provincial un mes atrás, con serias intenciones de aunar al magisterio provincial, señala el nuevo ritmo a los maestros casildenses, que no pueden quedar rezagados en este impulso. Tiempo más tarde, Álvarez como representante de los maestros nacionales y Martí en nombre de la naciente agrupación casildense, serán los participantes de la ciudad en el Congreso constitutivo y en los primeros pasos de la Federación Provincial. Casilda será activa en la organización de la entidad en los años venideros. Sus maestros alzaron la voz y colmaron de proyectos cada uno de los recintos en los que el magisterio santafesino se reunía, discutía y decidia.

La Biblioteca Popular “Carlos Casado” albergó el domingo 26 de agosto de 1928 a los setenta docentes que decidieron constituir la Sociedad del Magisterio de Casilda. Los miembros de la primera Comisión Directiva encargada del estudio de los estatutos, muestran el panorama de la educación pública local en la época: Pedro Martí como Presidente, de la mencionada Escuela Nº 201 del distrito rural; Ciriaco Balliriain por la Escuela Nº 489 “Domingo F. Sarmiento”; María Elena Méndez, Carmen F. de Laporta, Manuela Lenz, María Josefa González y Juan Bautista Spadaro por la Escuela Normal;  Amanda Galli de Gosende por la Escuela Nº 485 “Aristóbulo del Valle”; María Lilia Díaz de Peire por la Escuela Nº 486 “Manuel Dorrego”.

Constitución de la Asociación del Magisterio Provincial de Casilda y Elección de la primera Comisión Directiva

Entusiasmado por el logro colectivo alcanzado, el 1 de septiembre Martí publica el suelto “Los maestros se agremian. ¡Arriba los corazones!”. Allí nos vuelve a dirigir sus palabras: nos dice que este es solamente un comienzo, hemos dado vida a una gran herramienta de solidaridad y cooperación. Rejuvenecido por la acción emprendida, Martí no claudicará en su empeño de escribir para fecundar la Asociación que los educadores se han dado.

Casilda en el concierto provincial.

La ciudad fue designada sede de la Federación Provincial en 1931. En la sesión que la Junta Ejecutiva realizó el 30 de diciembre de 1930 en nuestra localidad, fueron elegidas las autoridades para el año entrante, entre las que se encontraban destacados docentes del poblado: Presidente Pedro Marti, Secretaria María J. González, Secretaria de R. Nacionales María E. Huarte, Tesorera Sabina Martinetti, Protesorero Carmelo Orioli, Prosecretario Ulises Mac Donald, Vocales Valentín Antoniutti y Francisco Lovell.

Se acordó solicitar al Consejo General de Educación la vigencia del Reglamento de Escalafón redactado por la Comisión de Inspectores y maestros agremiados, reunida en Santa Fe; solicitar la equiparación de cargos entre los maestros dependientes del Ministerio de Instrucción Pública y los del Consejo General de Educación y que los primeros sean incluidos en el escalafón, que debía ser el mismo para todos los docentes dependientes del gobierno provincial; pedir al Ministerio del Interior el levantamiento del estado de sitio y la derogación de la ley marcial; solicitar al Consejo de Educación que la enseñanza religiosa fuese dada en las escuelas fiscales en la última hora de clases y a los niños cuyos padres manifestasen por escrito su conformidad; que cumpliendo con lo establecido por el reglamento escolar se dejase cesantes a los maestros sin títulos que no demostraran condiciones docentes desde 1928. Por su parte, señalaba la necesidad de la publicación del reglamento general de escuelas y la disponibilidad de ejemplares en todos los establecimientos; el horario uniforme para los maestros de los talleres, reduciendo el vigente por motivos pedagógicos y de salud de los docentes; designación de una comisión para formular el anteproyecto para la reforma de la ley escolar y la solicitud a docentes y asociaciones de presentación de ponencias para elevar a dicha comisión. Se autorizaba a su vez al Presidente y agremiados de Casilda a acordar con los maestros nacionales la reglamentación del comité de prensa encargado de la publicación de una revista gremial en común y se impulsaba la campaña a favor de las modificaciones propuestas por el gremio a la ley de jubilaciones.  

En 1932 Casilda también fue sede del IV Congreso de la Federación Provincial, en el salón del Teatro Italiano, con asistencia de representaciones de todo el territorio santafesino, además de maestros nacionales y cooperadores escolares. Las temáticas tratadas y las decisiones adoptadas hablan a las claras del papel que los maestros concebían para sí mismos, referenciando problemas como la salud infantil, la relación entre escuela y comunidad, la impronta del cine en la formación del niño, los vínculos entre valores y prácticas deportivas, entre otros.  

Décadas de intensa lucha.

Luchas intensas serán las de la década de 1930, que coincidieron con profundos y polémicos cambios intentados por la administración demócrata progresista encabezada por el Gobernador Luciano Molinas a partir de 1932. La resistencia generada por la instalación de los Consejos Escolares de Distrito -con amplias facultades que muchas veces se imponían sobre la labor y la carrera del docente- y la afiliación obligatoria al sindicato controlado por el gobierno, produjeron numerosas discusiones que la autoridad provincial difícilmente toleró. Continuaba además la lucha por el auto-reconocimiento del maestro como trabajador asalariado y por el reconocimiento de sus derechos laborales siempre asediados. Lo dice la Federación en los sueltos que publicaba en los periódicos: el maestro recibe bellas palabras siempre, salvo cuando se trata de salarios. En ocasiones el gobierno provincial acusaba a la misma Federación de retener las planillas de cobro de los docentes, iniciando una larga serie de acusaciones que buscaban dividir y desalentar. La práctica de los adelantos del Banco y los retrasos en los cobros permanecía igual que una década atrás. Inclusive se exasperaban las persecuciones: a comienzos de 1934, el Ministro de Instrucción Pública pedía al Consejo General de Educación la sanción de medidas disciplinarias contra los maestros que participaron en el mitin de Santa Fe el 10 de diciembre de 1933. La Federación publicó un manifiesto a la comunidad para dar a conocer su situación y finalmente el Consejo archivó la nota del Ministro. Más allá de esta última decisión, la sombra de la cesantía y de la presión sobre los docentes seguía vigente e iba a incrementarse.  Aún en esta difícil coyuntura, la Asociación organizaba en 1935 un Congreso Pedagógico Departamental en Casilda, porque la formación seguía siendo un pilar insustituible e indiscutible del accionar gremial.

Con la instauración del gobierno surgido de la Revolución de Junio de 1943 las relaciones se tensan y la Federación es puesta en jaque. En 1946, considerará antirreglamentarias designaciones recientes en el magisterio, denunciándolas y proponiendo en su lugar aspirantes con mayores derechos. Reclamaba ante las autoridades su anulación ya que debían hacerse solamente después del movimiento de traslado y ascenso del actual personal de acuerdo con las disposiciones legales. Para enfrentar medidas que consideraba lejanas al espíritu de la ley, suspendió la presencia de sus delegados, que se encontraban fiscalizando el proyecto de reorganización escolar propuesto por el nuevo gobierno.

Comenzaba a notarse la dura situación de los docentes desocupados. En el mismo año 1946 el delegado de la Federación Provincial Alberto Cuello presidió una reunión de maestros sin puestos, con la presencia de directivos de la Asociación de Magisterio de Caseros en la Biblioteca Popular “Carlos Casado”. En la ocasión se designó una comisión provisoria para gestionar ante las autoridades la preferencia en la designación de quienes registraban antecedentes en los centros de enseñanza y en los reemplazos. Integraban esa Comisión Nélida Lapadula como Presidenta, Élida B. de Boetto como Secretaria y las Vocales Edith B. de Cammarata, Ángela Rangone, Nidia Eleonori y Dora Tarrés.   

Con el surgimiento de la Comisión Pro Mejoras Económicas del Magisterio -que impulsará durante más de una década gestiones diversas para la obtención de mejoras salariales-, se continuó peleando por aumentos en los sueldos, pidiendo el cumplimiento estricto de la ley 5951 que establecía escala de sueldos y pago de bonificaciones quinquenales, reconociendo al docente como uno de los sectores peor remunerados de la administración provincial. Para muestra de la situación, se destacaba que aún en 1946 no se había logrado el cumplimiento de lo establecido en 1941 con la ley que determinaba las bonificaciones de 20 pesos por cada cinco años de servicios. Dirigía en ese entonces la Asociación de Caseros la docente Celia Berraute de Riva e integraron la Comisión figuras como Gregoria de Ardiani, Santos Tosticarelli, Dora de Lucchini, Amelia de Ilari, Herminia de Cammarata, Hortensia Medina, entre otros educacionistas. 

Tras el advenimiento del peronismo se producirá, al igual que en otros sectores de la actividad productiva, un fuerte incremento de la sindicalización. Y surgieron problemas y desafíos de nueva índole, como resultado de la particular relación entre los gremios y el gobierno. La agrupación actuaba en el período con la denominación de Sindicato de Maestros de la Provincia de Santa Fe, Zona Sur, Filial Caseros. Desarrollaba su accionar en la localidad al mismo tiempo que la Federación de Maestros y Profesores Católicos, de fuerte presencia y con quienes coincidirá en muchos de las peticiones laborales, aunque no en ciertas concepciones ideológicas sobre la labor docente. 

Comenzaba a notarse un recambio generacional y la aparición de nuevos nombres en la entidad, tales como Elda Maglione, Elsa Bonavera, Amanda Dall’Orso, Josefa Crenna de Giorgis, Policarpo Andino, Rogelio Dorgambide, Ariel Martínez, entre otros. Podía observarse a su vez una profunda conexión con el resto del movimiento de los trabajadores, a través de la vinculación con la Confederación General del Trabajo, que prestaba su local para la realización de las asambleas del gremio. Será la época de los maestros difundiendo a través de charlas el Segundo Plan Quinquenal en las escuelas y bibliotecas locales y de docentes que integraban la comisión pro-busto a Evita tras su fallecimiento en 1952. La época de la activa participación en las Fiestas del Día del Trabajo y del Día de la Lealtad, que se sumaban a la ya tradicional conmemoración del Día del Maestro. Y también el momento de las álgidas discusiones por el uso de distintivos políticos en escuelas. Será el tiempo de la organización de los viajes a las colonias establecidas por la Fundación Eva Perón en Chapadmalal y Río Tercero, para docentes y sus familiares. Una delgada línea entre adhesión y crítica, entre aceptación y resistencia, que otorgaba nuevos matices a luchas previas y agregaba nuevos contenidos a la función del gremio.

Años oscuros.

El golpe de Estado de 1955 conmocionó la vida de las escuelas, golpeando también profundamente los esfuerzos sindicales. Las fracturas políticas e ideológicas marcaron un panorama en donde la agresividad era dominante: delaciones, sumarios, denuncias, discordias, hacen que el esfuerzo del puñado de maestras y maestros que dieron continuidad a la lucha gremial se torne cada vez más importante a nuestros ojos contemporáneos. En esas duras condiciones la Asociación impulsó el estado de huelga en 1957 para lograr el reconocimiento de sus derechos, en condiciones más que adversas para este tipo de manifestaciones.

La profunda inestabilidad política del período que abarcó los años que van desde 1955 a 1983 impactó sobre las posibilidades de organización y de acción de los docentes. Comenzaría un tiempo de divisiones y confrontación, persecuciones y ataques a la actividad sindical. Concluida la etapa más dolorosa de la historia argentina, la de la última dictadura, llegaría el tiempo de la reorganización. Las dificultades para operar con normalidad hicieron que hasta la misma documentación que podría contarnos la historia de aquellos momentos tan duros falte o se halle incompleta. He aquí una de las tareas fundamentales de cara al futuro: la imperiosidad de documentar de forma más acabada este periodo esencial de la actuación sindical, cuando los maestros y maestras de la región tuvieron que poner cuerpo e ideas para defender sus posiciones frente a quienes despojaron cuerpos y quebraron ideas.

No obstante, esta etapa sumamente difícil para la vida de la agrupación y de los docentes que la integraban, dejará sin embargo una gran impronta. La Comisión Ejecutiva Pro Monumento a Domingo Faustino Sarmiento cumplió su labor, con la dirección del educacionista Fermín Cattoni y por medio de suscripciones del magisterio logró instalar el 11 de septiembre de 1958 el busto que homenajea al intelectual y promotor de la educación pública en la plaza céntrica de Casilda, cuya escultura al igual que la del pedestal corresponden al artista rosarino Erminio Blotta. La idea había surgido un año antes, con los festejos por el Cincuentenario de la Declaratoria de Casilda como ciudad y la colaboración de los maestros resultó fundamental al superar ampliamente las expectativas de los promotores del proyecto. El magisterio dice presente en la trama patrimonial de la ciudad. Ya lo había hecho en 1934 con el aniversario de la Ley de Educación Común 1420 y en 1938 con el homenaje por el Cincuentenario del fallecimiento de Sarmiento. Siempre en ese pedazo de Plaza Casado que es ya un símbolo de su fuerza como actor decisivo en la vida de la ciudad. 

La democracia como principio.

El retorno de la democracia abrió una etapa en la que se observan importantes avances en la presencia gremial en Casilda y el Departamento Caseros. En 1984, tras años de marchas y contramarchas, se produjo la unidad gremial con la consolidación de A.M.SA.FE., que obtendrá su personería gremial al año siguiente, por Resolución Nº 945 del Ministerio de Trabajo y Seguridad Social. Serán tiempos de debate pedagógico y de análisis de lo que los momentos de oscuridad se llevaron trágicamente y de lo que necesitaba reconstruirse. En los años ‘90, la imposición de la Ley Federal de Educación afianzó convicciones y principios, muchos de ellos presentes en los tiempos fundacionales. Mostró a una gran cantidad de docentes en la Carpa Blanca instalada en Buenos Aires, en las calles, en clases abiertas y conferencias públicas, en los medios de comunicación, haciendo escuela en la calle y haciendo de la calle una gran escuela.

La casa propia (sobre terreno adquirido en 1992 en San Martín 1736 e inaugurada el 26 de junio de 1995), el salón de conferencias (inaugurado el 4 de junio de 2010 con el nombre de aquel maestro impulsor que fue Pedro Martí), numerosas publicaciones, encuentros sociales (que incluyeron la presencia del hijo de Martí en el aniversario de los 75 años de vida de la entidad en 2003), difusión pedagógica y cultural, reconocimiento de la propia historia institucional (manifestada por una encomiable labor de recopilación histórica llevada adelante por una comisión de docentes jubiladas), presencia en las luchas cotidianas. Signos que hablan de la continuidad con aquella matriz forjadora de finales de la década de 1920. Manteniendo siempre el carácter integral de los objetivos de la Asociación: organización laboral, social y cultural de los maestros; impulso de la legislación de protección del educador; preocupación constante por el avance de la educación pública; sostén permanente de un modelo de participación ampliamente democrática del magisterio.

Hoy, en la sede gremial, una reproducción de la nota en la que Pedro Martí deja fluir su inmensa alegría por el triunfo de 1928, recibe a quienes acuden en busca de respuestas a sus problemas y asesoramiento en su desempeño. Allí también el retrato de los integrantes de aquella agrupación de 1928 nos da la bienvenida. Rostros adustos que nos contemplan desde la lejanía de tiempos idos. Detrás de ellos bullen las ideas y el convencimiento. Quienes allí posan saben de la justicia de su causa. Tienen la serenidad de las voluntades firmes, la entereza de los que abren sendas con sus pasos. Seguramente entendieron que gestaban un legado. Su permanencia en ese registro fotográfico así lo indica. Pero más importante aún, lo señalan aquellas banderas de lucha que con tanto fervor impulsaron y que hoy otras manos vuelven a alzar para forjar, en un indisociable compromiso, la Voz del Maestro con su propia sonoridad, la Palabra del Maestro con su verdadero Nombre: Dignidad.

Federico Antoniasi
Profesor e historiador

Bibliografía.
– A.M.SA.FE. Delegación Caseros. Zoom. Año 5, Nº 4, junio 2014. Año 7, Nº 8, abril de 2019.
– Ascolani, Adrián. “Una ciudadanía restringida: tensiones en torno a los derechos y las obligaciones del magisterio. La gran huelga de 1921, Santa Fe, Argentina”. Educaçao em foco. Juiz de Fora, 2011, vol. 15, ps. 1-29. ufjf.br/revistaedufoco/files/2011/05/Artigo-03-15.2.pdf 
– La Nota de Caseros. Archivo periodístico de los años 1946, 1952 a 1954.
– La Voz del Pueblo. Archivo periodístico de los años 1928, 1931, 1932.
– Martínez Trucco, Amelia. Acción gremial del magisterio de Santa Fe. Su trayectoria y aporte a la construcción del sistema educativo. Universidad Nacional de Litoral-A.M.SA.FE., Santa Fe, 2004.

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