Marcelo Rocha: “Propongo cambiar la mirada en el ámbito educativo”

El psicoanalista Marcelo Rocha estuvo en AMSAFE Caseros presentando su última publicación: “Infancias en la escuela, discapacidad, detenciones y tropiezos en la experiencia infantil”. Con la sala de conferencias “Pedro Martí” repleta, afiliados y asistentes disfrutaron de la charla realizada el 10 de octubre.

“Hoy en día estamos asistiendo a tiempos muy complejos donde las infancias están siendo rotuladas, mal diagnosticadas, y eso nos preocupa muchísimo. Los niños sufren diferentes vicisitudes en su vida que tienen que ver con traumas y problemas vinculares. También, afrontan sus propios pensamientos, sus propias fantasías, y esas son las cuestiones que hacen que ellos expresen determinadas conductas o síntomas”, manifestó.

El autor trabajó con diferentes conceptos del psicoanálisis, considerando lo real, lo simbólico y lo imaginario como definiciones claves. Según Rocha, al ser humano, cuando llega al mundo, lo podemos llamar “cachorro humano” porque todavía no ha construido la subjetividad. En este contexto, le empiezan a pasar muchas cosas. En primer lugar, sale del lugar ideal que es el vientre materno. Por lo tanto, uno de los primeros traumas es el del nacimiento.

“El niño tiene que empezar a incorporar el primer anillo que es lo real de la vida. La madre al hablarle lo empieza a inscribir en el lenguaje, segundo anillo ligado a lo simbólico. Y con el tiempo, empieza a construir el tercer anillo ligado a lo imaginario. En ese trabajo puede haber circunstancias que generen tropiezos en la constitución de la subjetividad. Muchos chicos, cuando llegan a la escuela, han podido atar esos tres nudos y muchísimos otros no y, ahí, empiezan las problemáticas”, expresó.

Por
lo tanto, para el psicoanalista, las instituciones educativas se constituyen en
un cuarto anillo ya que los niños necesitan de un sostén y un garante que le
permita poder estar y relacionarse con el aprendizaje.

El autor de “Infancias en la escuela, discapacidad, detenciones y tropiezos en la experiencia infantil”, utilizó la botánica para narrar cómo es el proceso de parasitación psíquica en un infante. “En el sur patagónico crecen unos árboles que se llaman nothofagus que son de la época de los dinosaurios. A éstos los parasita un hongo que se llama llao llao. Es decir, el árbol siente la agresión de ese parásito que ingresa y se defiende”, conceptualizó y agregó: “Cuando el nothofagus siente la presencia del llao llao adentro, genera más lignina (sustancia a partir de la cual el árbol produce el tronco) y lo expulsa hacia una rama. Pero el hongo no queda atrapado sino que se escapa, arma un fruto y cuando madura, cae”.

Por lo tanto, según Rocha, las diferentes infancias proponen defensas ante las vivencias parásitas: evitando, inhibiéndose, sintomatizando o angustiándose. Y cuando se defienden, algunos de ellos, elaboran una conducta que los psicoanalistas la llaman reacción defensiva. Pero no todos los niños se defienden de la misma forma y, ahí, aparecen las particularidades de las subjetividades. “En las infancias aparecen muchas vicisitudes o contingencias y pueden conseguir que exista una detención o un tropiezo. Una docente puede lograr que se construya un fruto, que este caiga y se pueda construir una nueva experiencia”, analizó.

Las
rotulaciones están a la orden del día

El terapeuta planteó que las neurociencias, al igual que otras prácticas, objetivizan determinadas cuestiones, es decir, cuando un niño tiene un problema de atención, aparecen y ofrecen tips para lograr que este se porte mejor. “Nosotros lo que pensamos es que los niños y los adultos no son cerebros, sino historias y deseos. Y esos deseos son jalonados por una maestra que también quiere que el alumno aprenda”, reflexionó y aclaró: “Cuando hablamos de “hiperactividad” estamos refiriéndonos a un invento de las empresas farmacológicas porque de diez niños que son diagnosticados de hiperactivos, ni siquiera uno de ellos tiene un problema neurológico. En buena hora que los chicos sean desafiantes – opositores porque es la única forma que tienen de comprender el mundo”.

Necesitamos
más crianza y menos terapia

Finalmente, Marcelo Rocha manifiestó que la gran problemática que presentan los niños en las escuelas, tiene que ver con el poco tiempo que les destinamos los adultos. Es decir, expuso que hay una cierta retirada de las paternidades que hoy en día preocupa. Por lo tanto, propuso cambiar de mirada en el ámbito educativo: dejar de preguntarnos tanto por el qué tiene y empezar a preguntarnos por el de qué sufre un niño.

“Creo que en la tierra fértil de los deseos, en los cultivos de una buena maestra cualquier frágil semilla de infancia puede crecer, madurar y ser feliz a su modo. Miren su interior, su subjetividad. El afecto produce aprendizaje y este afecto se encuentra en la relación que se crea entre el docente y su alumno”, concluyó el autor.