“A la hora de enseñar, debemos hacerlo con pasión para que el proceso se vuelva divertido para nosotros y los chicos. En un principio, plantear las nociones matemáticas como métodos para resolver problemas permitirá a los alumnos construir sentido. Después esas herramientas pueden ser estudiadas por sí mismas”, comenzó la disertación Stella Mancinelli.
Luego la profesora explicó que la aritmética en la escuela comienza en el Nivel Inicial y Primaria con el desarrollo y aprendizaje de números y operaciones básicas. Asimismo, afirmó que un mayor contacto entre los niños y los números en diversas y distintas situaciones genera progresos en los dominios lógicos y aritméticos.
“El entrenamiento sistemático en ciertos procedimientos y la memorización de determinados resultados permiten aliviar la carga mental del trabajo. No hay que olvidar que la repetición es una condición necesaria para la adquisición, pero nunca es suficiente”, manifestó y agregó: “Tenemos que orientarnos de manera general al pensamiento matemático y al desarrollo cognitivo de los alumnos. Hay que tener en cuenta las actitudes emocionales de los estudiantes hacia la matemática y, de manera específica, los obstáculos y errores concretos de cada uno de los bloques temáticos que son objeto de aprendizaje”.
Finalmente, dijo que la eficacia del proceso de aprendizaje viene determinada, en gran medida, por una buena evaluación y diagnóstico: “El análisis de los errores tiene un doble objetivo, en primer lugar, sirve para ayudar al docente a organizar mejor las estrategias, insistiendo en los aspectos que denotan más dificultad, y contribuye a una mejor preparación de tácticas de corrección”.
Beatriz Ré inició el segundo taller explicando que iba a compartir su experiencia en la Escuela Primaria, en el Primer Ciclo y como formadora de nuevas docentes en el Nivel Superior. Para desarrollar su presentación, dividió la charla como si fuesen las diferentes partes de un menú.
En la primera, la equivalente a la entrada, leyó el cuento Un niño de Helen Buckley. Luego proyectó un video de la psicóloga y pedagoga Emilia Ferreiro, que a fines de los setenta revolucionó la pedagogía al modernizar el proceso de alfabetización.
En base al audiovisual, planteó que no se debería pensar a la lengua como un código, sino como un sistema más complejo con cuatro operaciones fundamentales que no pueden faltar nunca dentro del aula: escuchar, hablar, leer y escribir.
“Parada desde el enfoque comunicacional de la lengua que ve a la lectura y la escritura como procesos, pienso que la mejor manera de trabajar es con proyectos donde los chicos son protagonistas”, conceptualizó y detalló: “Debemos entender que la lengua es importante dentro y fuera del aula. En diversas situaciones tenemos la oralidad y la escritura: cuando en la oralidad se comprende, surge la escucha y cuando se comprende en la escritura, surge la lectura”.
Para la sección equivalente al plato principal la oradora desarrolló el tema de la alfabetización y la psicogénesis a partir de un libro de Emilia Ferreiro. “Nosotros como docentes, cada vez que un alumno realiza una producción escrita, debemos tener en cuenta qué intenciones tiene al escribir, los comentarios que hace sobre su escrito y la interpretación que genera de esa cadena escrita”, señaló.
Posteriormente, especificó que el desarrollo de la alfabetización presenta diferentes niveles:
– En el primero el niño empieza a encontrar elementos para distinguir entre los modos básicos de representación gráfica, diferenciando el dibujo y la escritura.
– En el segundo comienza a buscar en las cadenas escritas diferencias objetivas que justifiquen interpretaciones distintas, centrándose exclusivamente en la pauta sonora de las palabras.
Para la parte final, el postre, la docente recomendó diferentes libros de diversas temáticas y estilos para utilizar en el aula e incentivar a los alumnos a producir la oralidad y la escritura.