Felice: “La literatura es un buen recurso para sentir, para mirarnos, para estar juntos”

Fernanda Felice presentó en Amsafe Caseros su libro “Cuentos desobedientes. Cuentos para cuidar las infancias”. La jornada se desarrolló el 4 de noviembre de 2019 en la sala de conferencias “Pedro Martí”.

El encuentro contó con la participación especial de las docentes de Lengua y Literatura Beatriz Ré y Virginia Francesconi. Ellas realizaron diversas intervenciones, citando autores, contando experiencias y haciendo preguntas.  

Francesconi comenzó presentando la obra. Detalló que está compuesta por diez relatos con una unidad de sentido y una particular relación entre texto e imagen. Luego, “desarmaron” las tramas y la autora brindó una reflexión de cada una.

Sapo de otro pozo

Sapo vivía en un charco junto a otros escuerzos, ranas y anfibios. Ninguno de ellos era igualito. Sin embargo, parecía que él era el único raro, el único distinto. Y sus vecinos siempre encontraban algún motivo para burlarse de él.

La autora comenzó diciendo que Sapo es un personaje que trata de mostrar que las diferencias en general nos molestan, nos asustan y a veces provocan rechazo porque nos enseñaron que todos tenemos que ser iguales.

Andar despacio

Los animales del bosque están muy preocupados por Caracol. Están casi seguros de que caminando tan despacio, no llegará nunca a ningún lado.

“En esta historia otra vez aparecen en escena las diferencias que incomodan. También la podemos vincular a los tiempos que vivimos, a las imposiciones del mercado y a los mandatos sociales. En este contexto la lentitud no es una virtud”, reflexionó la escritora.

Dolor de panza

Andrés tenía la panza llena. Pero no de milanesas, helados, galletitas, papas fritas, pizzas, empanas, fideos con salsa, sándwiches de queso y jamón, caramelos, chupetines o arroz. Su panza estaba llena de palabras porque tiene mucho miedo de usarlas y no sabe cómo decirlas.

“Este cuento intenta mostrar el valor que tienen las palabras y animar a grandes y a chicos a no callarnos. Hay un encuentro con el otro que permite romper el silencio, a partir de la empatía, de la escucha y  de la confianza”, manifestó la disertante.

Palabras perdidas

Ana se había quedado sin palabras. A pesar de haberlas buscado por todos los rincones, seguía sin palabras. Su mamá estaba muy preocupada y un poco enojada porque Ana era tan desordenada que siempre algo perdía. Pero esta vez se había pasado de la raya.

Según la Lic. en Fonoaudiología y profesora de la UNR, escribió pensando en las niñas y los niños que repiten palabras ajenas y no se escucha su voz propia. Intenta mostrar que el lenguaje nunca es copia o réplica, siempre es singular y original.

¡Qué los miedos se mueran de miedo!

Antonia era un poco miedosa, pero ya estaba cansada de que sus miedos la asustaran tanto. A pasar de sus temores, estaba dispuesta a deshacerse de ellos porque lo miedoso no quita lo valiente. Así que pensó que el primer paso era reconocerlos y declararles la guerra.

Un viaje inesperado

Juan veía monstruos y fantasmas en muchos lugares. Los veía asomarse por debajo de su cama cuando la luz del velador se apagaba. Juan prefería descubrirlos antes de que ellos pudieran sorprenderlo.

“En los dos relatos traté de mostrar que los miedos pueden ser derrotados por el mismo poder con que fueron creados. Los chicos y las chicas, a través de lo lúdico y el arte, pueden construir otros mundos posibles”, opinó Felice.

La carta del lobo feroz

El lobo le envió una carta a la madre de Caperucita Roja para contarle los motivos por los cuales se devoró a su hija.

Posteriormente, la oradora detalló que este relato apela a la ironía: “Lo escribí pensando en los lobos feroces de hoy en día, que lastiman a tantas niñas, adolescentes y mujeres. Muchas veces los escuchamos disculpándose o tratando de excusar su accionar culpando a las víctimas”.

Comunicado de las princesas

Las princesas han comenzado a organizarse para luchar por sus derechos. Escriben un comunicado para informar las decisiones tomadas, en la última asamblea, a las niñas y adolescentes.

“Mi intención fue contar que las chicas y chicos pueden crecer libremente e iguales entre hombres y mujeres. También los varones, porque el patriarcado condiciona la vida de ellos y muchas veces no nos damos cuenta”, agregó.

Secretos

Juana callaba su dolor. Sentía miedo. Creía que nadie sería capaz de creerle. La palabra de las niñas requiere, casi siempre, de pruebas. Pruebas que refuten cualquier tipo de fantasía, pruebas que aseguren que ningún grande llenó su cabeza de locas ideas. Algunas personas adultas creen, o quieren creer, que las niñas y los niños no son capaces de pensar por si mismos.

La autora de Cuentos desobedientes planteó que en esta trama aparece en escena el juego para poder pensar la conducta de los niños y la forma que tienen de acercarse y poner en palabras las situaciones que viven, en la medida que los habilitemos para hacerlo.

Los niños también lloran

Franco está triste. Pero, además tiene otro problema. Desde que era muy chiquito, le enseñaron que los niños no lloran. Por eso, se anda tragando todas sus lágrimas. Y las lágrimas que se meten en la panza y no salen por los ojos. Solo traen más dolores y problemas.

Finalmente, la narradora concluyó haciendo referencia a este cuento que trata sobre una maestra que le enseña a los niños y a las niñas el derecho de poder expresar libremente sus sentimientos: “Aparece en escena el valor de la ESI y el rol docente de poder brindarles el conocimiento de recorrer un camino distinto para crear un mundo más libre y más justo”.