Allori: “El libro álbum es una manera nueva de tratar los temas de siempre”

Los días 2 y 3 de septiembre de 2011, llevamos a cabo el taller “Ver y leer: El libro álbum. Para que la lectura de imágenes no nos deje sin palabras” a cargo de Susana Allori.

Ella es presidente del Centro de Difusión e Investigación de Literatura Infantil y Juvenil, Licenciada en Letras de la Universidad Nacional de Buenos Aires, ganadora del Premio Pregoneros 2008, docente de la Universidad Nacional de La Pampa y la Universidad Nacional De Córdoba.

La actividad estuvo dirigida a docentes de Educación Inicial, Primaria y Especial, profesores de Plástica y de Lengua y Literatura y estudiantes de Formación Docente.

El encuentro comenzó con la lectura de un fragmento del libro  The Brooklin Follies de Paul Auster:

Vale. Cuéntame ya esa historia.
-De acuerdo. Esa historia. La historia de la muñeca… Estamos en el último año de la vida de Kafka, que se ha enamorado de Dora Diamant, una chica polaca de diecinueve o veinte años de familia hasídica que se ha fugado de casa y ahora vive en Berlín. Tiene la mitad de años que él, pero es quien le infunde valor para salir de Praga, algo que Kafka desea hacer desde hace mucho, y se convierte en la primera y única mujer con quien Kafka vivirá jamás. Llega a Berlín en el otoño de 1923 y muere la primavera siguiente, pero esos últimos meses son probablemente los más felices de su vida. A pesar de su deteriorada salud. A pesar de las condiciones sociales de Berlín: escasez de alimentos, disturbios políticos, la peor inflación en la historia de Alemania. Pese a ser plenamente consciente de que tiene los días contados.
Todas las tardes, Kafka sale a dar un paseo por el parque. La mayoría de las veces, Dora lo acompaña. Un día, se encuentra con una niña pequeña que está llorando a lágrima viva. Kafka le pregunta qué le ocurre, y ella contesta que ha perdido su muñeca. Él se pone inmediatamente a inventar un cuento para explicarle lo que ha pasado. ‘Tu muñeca ha salido de viaje’, le dice. ‘¿Y tú cómo lo sabes?’, le pregunta la niña. ‘Porque me ha escrito una carta’, responde Kafka. La niña parece recelosa. ‘¿Tienes ahí la carta?’, pregunta ella. ‘No, lo siento’, dice él, ‘me la he dejado en casa sin darme cuenta, pero mañana te la traigo. ‘Es tan persuasivo, que la niña ya no sabe qué pensar. ¿Es posible que ese hombre misterioso esté diciendo la verdad?
Kafka vuelve inmediatamente a casa para escribir la carta. Se sienta frente al escritorio y Dora, que ve cómo se concentra en la tarea, observa la misma gravedad y tensión que cuando compone su propia obra. No es cuestión de defraudar a la niña. La situación requiere un verdadero trabajo literario, y está resuelto a hacerlo como es debido. Si se le ocurre una mentira bonita y convincente, podrá sustituir la muñeca perdida por una realidad diferente; falsa, quizá, pero verdadera en cierto modo y verosímil según las leyes de la ficción.
Al día siguiente, Kafka vuelve apresuradamente al parque con la carta. La niña lo está esperando, y como todavía no sabe leer, él se la lee en voz alta. La muñeca lo lamenta mucho, pero está harta de vivir con la misma gente todo el tiempo. Necesita salir y ver mundo, hacer nuevos amigos. No es que no quiera a la niña, pero le hace falta un cambio de aires, y por tanto deben separarse durante una temporada. La muñeca promete entonces a la niña que le escribirá todos los días y la mantendrá al corriente de todas sus actividades.
Ahí es donde la historia empieza a llegarme al alma. Ya es increíble que Kafka se tomara la molestia de escribir aquella primera carta, pero ahora se compromete a escribir otra cada día, única y exclusivamente para consolar a la niña, que resulta ser una completa desconocida para él, una criatura que se encuentra casualmente una tarde en el parque. ¿Qué clase de persona hace una cosa así? Y cumple su compromiso durante tres semanas, Nathan. Tres semanas. Uno de los escritores más geniales que han existido jamás sacrificando su tiempo (su precioso tiempo que va menguando cada vez más) para redactar cartas imaginarias de una muñeca perdida. Dora dice que escribía cada frase prestando una tremenda atención al detalle, que la prosa era amena, precisa y absorbente. En otras palabras, era su estilo característico, y a lo largo de tres semanas Kafka fue diariamente al parque a leer otra carta a la niña. La muñeca crece, va al colegio, conoce a otra gente. Sigue dando a la niña garantías de su afecto, pero apunta a determinadas complicaciones que han surgido en su vida y hacen imposible su vuelta a casa. Poco a poco, Kafka va preparando a la niña para el momento en el que la muñeca desaparezca de su vida por siempre jamás. Procura encontrar un fin satisfactorio, pues teme que, si no lo consigue, el hechizo se rompa. Tras explorar diversas posibilidades, finalmente se decide a casar a la muñeca. Describe al joven del que se enamora, la fiesta de pedida, la boda en el campo, incluso la casa donde la muñeca vive ahora con su marido. Y entonces, en la última línea, la muñeca se despide de su antigua y querida amiga.
Para entonces, claro está, la niña ya no echa de menos a la muñeca. Kafka le ha dado otra cosa a cambio, y cuando concluyen esas tres semanas, las cartas la han aliviado de su desgracia. La niña tiene la historia, y cuando una persona es lo bastante afortunada para vivir dentro de una historia, para habitar un mundo imaginario, las penas de este mundo desaparecen. Mientras la historia sigue su curso, la realidad deja de existir.

Luego, se comenzó a pensar sobre el siguiente interrogante: ¿Qué es leer? Para ello, Allori detalló diversas corrientes de pensamiento que a lo largo de la historia definieron a la lectura.

La primera de la mano de María Eugenia Dubois que estudia los métodos de enseñanza de la lectura como un conjunto de habilidades y se plantean tres concepciones en torno a este proceso:
1- Conocimiento del código, descifrar las palabras para comprender lo dicho.
2- La comprensión que implica comprender lo explícito y lo implícito en el texto.
3- La evaluación, es decir, el desarrollo de la habilidad para tener una posición crítica sobre la calidad del texto, las dudas y el propósito del autor.
Según esta teoría, el lector comprende cuando es capaz de extraer el significado que el mismo texto le ofrece. Por lo tanto, la comprensión va asociada a la correcta oralización. Si el estudiante lee bien, si puede decodificar el texto, lo entenderá: porque sabe hablar y entender la lengua oral. Implica reconocer que el sentido está en las palabras y oraciones que lo componen y que el papel del lector consiste en descubrirlo.

Otra concepción de la lectura es entenderla como un proceso interactivo. Esta corriente recoge los avances de la psicolingüística y la psicología cognitiva. Propone que los lectores utilicen conocimientos previos para interactuar con el texto y construir significado. Es decir, se considera la lectura como un proceso activo realizado sobre la base de la competencia lingüística que integra conocimientos previos con la información del texto para construir nuevos saberes. Precisamente, en la interacción entre pensamiento y lenguaje, se construye el significado.
Por lo tanto, el lector logra comprender un texto sólo cuando es capaz de encontrar en su archivo mental la configuración de esquemas que le permiten explicarlo en forma adecuada.

La otra teoría es la que considera la lectura como proceso transaccional. El referente Louise Rosenblatt (1978), hace hincapié en el proceso recíproco que ocurre entre el lector y el texto. Es decir, es importante la incidencia de un momento que reúne a un lector particular con un texto particular, en una circunstancia de tiempo y espacio particulares.
Según esta corriente, los lectores creamos nuestros propios textos. Por lo tanto, el resultado es mayor que la suma de las partes que intervienen en la lectura.

“Leer implica aspectos perceptuales (hay textos que nos evocan olores, sensaciones), lingüísticos, cognitivos y motivacionales. Es un aprendizaje que dura toda la vida. Es necesaria la adecuación al nivel lector y la ampliación de la mirada del mundo que nos permita ver un poco más allá”, expresó la licenciada.

Seguidamente, desarrolló un relato de la historia de la lectura, ligada a los modos de apropiarse de los textos. “La lectura es una actividad sumamente humana que no va a dejar de existir, nunca se terminará la necesidad de simbolizar. Es decir, su esencia se mantendrá presente mientras exista el lenguaje alfabético sin importar si el soporte material es papel, plástico o la pantalla de una computadora. Lo que se está modificando de manera acelerada es la forma de presentar el texto y acceder a la información”, expresó.

El encuentro finalizó con una exposición de diversos libros álbumes, momento que generó un clima de mucha empatía. Susana Allori concluyó diciendo que hay que encontrar las cuestiones humanas desde una forma de decir novedosa y esa es la función de este tipo de textos. “Una manera absolutamente nueva de tratar temas de siempre que nos coloca en el lugar el planteamiento existencial. Nos corre de lugar. El libro álbum expande las posibilidades de lectura; es, sin duda, un enorme motivador. Después de leer un material así, uno no se conforma con cualquier cosa”, clausuró.

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